Al Angora Turco le encanta comer y no suele plantear ningún tipo de problema aunque, para conservar su apariencia esbelta y la belleza de su manto, debemos administrarle una dieta equilibrada. Aún así, gracias a su constante actividad, tiene poca tendencia a engordar y mantiene fácilmente la línea. Generalmente prefiere el pienso seco a la comida húmeda hasta el punto de que es muy normal que los cachorros no quieran comer las papillas de transición y prefieran directamente el pienso. En cuanto a su salud, una de las dolencias que padece esta raza con más frecuencia son los hongos, que se pueden prevenir fácilmente con una higiene adecuada. Pese a su popularidad, la variedad blanca tiene la misma tendencia a la sordera que el Persa del mismo color en especial si tiene los ojos dispares. Los criadores superan este defecto cruzando regularmente ejemplares blancos con otros de color y evitando cruzar entre sí blancos de ojos dispares.

Asimismo, cuando la raza volvió a recuperarse, dio muestras de agresividad sobre todo en las exposiciones.
Sin embargo, esta tendencia ya no se manifiesta debido a los esfuerzos de los criadores por seleccionar ejemplares de buen carácter.
Es conveniente conservar muy limpias las zonas de descanso y los objetos de aseo. A la hora de cepillarle, no debemos utilizar peines duros. Su pelaje no forma nudos por lo que su mantenimiento, necesario, es muy sencillo. Varía según la estación del año y se vuelve espectacular en invierno; en verano sólo la cola posee pelo largo.