Angora Turco

La belleza de lo exótico

Extremadamente inteligente, leal, activo y cariñoso, el Angora Turco exhibe una belleza exótica capaz de hipnotizar. Gato de un solo dueño, adora la tranquilidad del hogar pero necesita libertad para canalizar su energía; aprenderá juegos rápidamente e incluso puede ser capaz de reconocer algunas palabras. Es una de las razas idóneas para familias con niños pues demuestra una paciencia infinita con ellos.

El nombre de angora hace referencia a Ankara, capital de Turquía, de donde procede esta raza de la que se piensa que es una de las más antiguas. Como ocurre con otras muchas castas felinas, el Angora Turco también encierra cierto misterio sobre su origen que intenta ser explicado a través de tres hipótesis diferentes. Una, sin evidencias, afirma que evolucionó a partir del gato salvaje en China desde donde se trasladó a Turquía; la segunda explica que llegó desde las montañas de Persia debido a las invasiones islámicas del siglo XV y en Turquía se transformó en un gato con un pelaje más ligero diferenciándose así de sus ancestros los Persas mientras que, la tercera teoría, que sitúa su origen en el Cáucaso, es la más aceptada. En ella el Angora Turco procedería de la evolución de una antigua raza de gatos domésticos del sur de Rusia que desarrolló un pelaje más largo para defenderse de los fríos inviernos. Esta nueva raza llegaría a Turquía, Persia e India entre los siglos IX y XI junto con los mercaderes que cubrían las rutas comerciales de Turquía e Irán; estos felinos serían el origen de los Angoras y de los Persas. En el siglo X los vikingos llevarían algunos de estos ejemplares a los países nórdicos con lo que también podrían ser los antepasados del Bosque de Noruega y del Maine Coon.

La primera prueba documental de la existencia del Angora Turco data del siglo XV. Se cree que su llegada a Europa se produjo en el siglo XVI cuando el Sultán turco regaló algunos ejemplares a familias nobles británicas y francesas. Después, el italiano Pietro della Valle, impresionado por esta raza durante sus viajes por la India, Persia y Turquía entre los años 1614 y 1626, no pudo evitar volver a Europa con varios Angoras Turcos.

Un contemporáneo suyo, el francés Nicholas-Claude Fabri, se convirtió en el primer criador europeo de esta raza en el primer cuarto del siglo XVII y su obsequio de un ejemplar blanco al cardenal Richelieu hizo que el Angora Turco se convirtiera en un gato muy popular entre los nobles franceses durante los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, en los comienzos del siglo XIX, el Persa desplazó al Angora que pasó a ser una rareza y, paulatinamente, los individuos de pura raza fueron desapareciendo. Se llegó al punto de que en 1887 el British Cat Fancy resolvió que todos los gatos de pelo largo o semilargo serían denominados Persas o Gatos de Pelo Largo y estableció un claro estándar. Los Angoras Turcos no fueron incluidos en este grupo con lo que pronto fueron olvidados.

Foto Alberto Nevado – El Mundo del Gato.

La situación de esta raza empeoró aún más puesto que en su país de origen comenzaba a extinguirse debido al mestizaje. Por este motivo, el gobierno turco decidió encargar al zoológico de Ankara un programa de conservación y reproducción para los pocos ejemplares de pura raza que aún quedaban en el país. Se aplicaba exclusivamente a los ejemplares de color blanco —denominados Ankara kedi y considerados como un tesoro nacional— aunque un buen número de documentos, sobre todo, en 1856, los del señor Lottin de La Val, presidente de la Sociedad Nacional de Aclimatación, hacen referencia a la variedad del colorido del pelaje del Angora en su país de origen.

Gracias a este programa, el Angora Turco fue redescubierto.

Hay quien atribuye a la americana Charles Weed el resurgimiento de la cría de esta raza en 1959 en Estados Unidos tras comprar algunos ejemplares del zoo por un precio muy alto. Sin embargo, parece que fue Lisa Grant, esposa del coronel Walter Grant destinado en Turquía en 1962, quien consiguió importar a Estados Unidos una pareja de Angoras Turcos: «Yildiz», un macho blanco de ojos dispares, y «Yildizcik», una hembra blanca de ojos ámbar. En 1966 llegaron otros dos ejemplares y entre los cuatro se consiguió reintroducir la raza. En 1970 fue reconocida por la CFA, aunque en un principio sólo los gatos blancos hasta que en 1978 se aceptaron otros colores, y en 1988 por la FIFe.

En la década de los 60 los criadores británicos decidieron reinventar al Angora Turco cruzándolo con gatos de pelo corto de tipo oriental portadores del gen del pelo largo y obtener lo que hoy se denomina como Angora con ejemplares de cabeza más larga y angulosa, orejas más grandes, más próximos al tipo extranjero y de constitución más sinuosa. Esta nueva creación fue reconocida en 1977.

Muchas son las leyendas que envuelven al Angora Turco y, entre ellas, destaca la creencia de que la gata favorita de Mahoma, Muezza, era un ejemplar de Angora Turco blanco de ojos dispares; quizá por ello los turcos describen a esta variedad como regalos de Alá o tocados por Alá. Otra de las supersticiones del pueblo turco es que su líder, Mustafa Kemal Atatürk, fundador de la República de Turquía, renacerá algún día reencarnado en un Angora Turco con un ojo verde y otro ámbar. Asimismo, un devoto de Mahoma debe respetar y cuidar a todas las criaturas de Alá y, por ello, los  mercaderes turcos, sobre todo los vendedores de alfombras, tienen Angoras Turcos en sus almacenes y tiendas lo que ha contribuido a preservar la raza y a que los ejemplares puedan reproducirse sin contradecir sus creencias. El Angora Turco es también un símbolo de estatus social y, si alguien lo regala, se considera que está concediendo un gran honor.

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