A los ojos del gato se le han atribuido poderes mágicos desde la Antigüedad por su extraña transparencia y claridad. Las notables variaciones que experimentan sus pupilas y la capacidad de los felinos para ver en la oscuridad han suscitado todo tipo de creencias.
Cuando se mira a los ojos de un gato se tiene la sensación de que brillan con luz propia, una luz interior por así decir que va más allá. Y cuando están medio cerrados parece que hubiera un poderoso espíritu taumatúrgico escondido tras ellos. Quizá por todo ello el gato ha sido símbolo de la sabiduría en muchas culturas y los bestiarios medievales insistían en que sus ojos emiten una luz que les ayuda a ver en el mundo.

UNA GEMA MÁGICA
Muchas de las tradiciones conectadas con el empleo de piedras mágicas del folklore medieval derivan de las creencias egipcias, que les atribuían virtudes poderosas en función de la criatura cuyo nombre recibían. La gema tornasolada «ojo de gato», a veces llamada en latín cati oculus, aparece repetidamente en los bestiarios medievales como portadora de gran poder mágico y protector.

Este «ojo de gato» es en realidad una variedad del crisoberilo y debe su nombre a que su interior parece refulgir como un ojo de gato. Las gemas más valiosas son de gran transparencia y tienen una línea claramente marcada en su interior, que parece abrirse y cerrarse cuando se gira. Esta estructura cristalina se asemeja tanto al iris del gato cuando hay exceso de luz diurna que favoreció la creencia en su capacidad contra el mal de ojo, los peligros misteriosos y las enfermedades. De hecho, en muchos grimorios se menciona al «ojo de gato» como amuleto eficaz para proteger a su poseedor de todos los males de la brujería.
La historiadora Ana María Vázquez Hoys ha recogido curiosas creencias sobre esta gema en la India, donde se cree que puede otorgar la victoria sobre los adversarios, además de tener la facultad de salvar al guerrero herido al hacerle aparecer como muerto ante sus enemigos. El egiptólogo A. Wallis Budge ya contaba creencias similares en los pueblos árabes en su obra The Gods of the Egyptians (1899). Para ellos, el ojo de gato tenía poder para hacer invisible a su portador en la batalla y también registra la historia de cómo en algunas regiones, cuando un hombre iba a emprender un largo viaje y dudaba de la fidelidad de su esposa, le hacía beber esta leche en la que se había lavado la gema. Esta leche mágica no aseguraba la fidelidad, pero impedía que nacieran hijos de una posible relación adúltera.
El empleo de esta gema con fines mágicos no se limita al mundo antiguo. Moderna-mente se le siguen atribuyendo todo tipo de propiedades, tanto curativas y espirituales como materiales: aporta paz interior y da fuerza para superar las dificultades; se recomienda para fortalecer el cerebro y el chakra de la garganta, así como para tratar problemas respiratorios y atraer la fortuna a los que apuestan en las carreras de caballos o invierten en Bolsa.

Las gemas más valiosas son de gran transparencia y tienen una línea claramente marcada en su interior, que parece abrirse y cerrarse cuando se gira.
¿Por qué ven los gatos en la oscuridad?
En el folklore y la mitología existen referencias sobre la capacidad de los ojos del gato para penetrar en los reinos inferiores y superiores. Si quien mira a los ojos del gato tiene la impresión de que puede ver todo es porque su iris es capaz de adaptarse a diferentes condiciones y variaciones de luz. Por ello, no debería extrañar que en la antigua China tuvieran la costumbre de fijarse en ellos para saber la hora del día.
A diferencia de los ojos humanos, que ven mejor con luz diurna, los ojos del gato funcionan mejor con muy poca luz, lo cual les facilita la actividad nocturna, tal y como explican en soyungato.com. Eso no les impide ver bien con luz diurna, ya que cuando la luz es escasa sus pupilas elípticas se dilatan al máximo abarcando prácticamente todo el iris, mientras que se contraen hasta una delgada ranura vertical con la luz solar brillante. Al igual que otros animales que poseen buena visión nocturna, el gato posee el tapetum lucidum, capa reflectora situada inmediatamente detrás de la retina del ojo, que sirve para reflejar la luz que llega a la retina aumentando así la cantidad de luz que esta retiene. Esto da a los ojos del gato su característico resplandor nocturno cuando son reflejados por un haz de luz.
La citada capacidad para adaptarse a los cambios de luz gracias a los bastoncillos y conos de la retina es la que ha suscitado la creencia popular de que los gatos pueden ver en la oscuridad. La citada creencia se ha mantenido probablemente porque se recogió en innumerables bestiarios y grimorios medievales, así como la idea de que los gatos podían ver fantasmas y de que maullaban a la vista de demonios invisibles para
el ojo humano.
Texto: Isabela Herranz.

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