La conducta que podemos considerar realmente como una manifestación de agresividad hacia ti, se denomina agresividad redirigida y es un problema relativamente frecuente en gatos. Se presenta cuando el estímulo responsable de la conducta agresiva no es accesible al animal, de forma que éste dirige su agresión hacia un objeto alternativo, que en este caso eres tú. Se trata de ataques súbitos e impredecibles por parte de un animal que mostrará una conducta normal en cualquier otro momento.
Su diagnóstico depende de la identificación del estímulo que induce la agresión.
Entre las causas más frecuentes está la presencia de otro gato (aunque no esté en su campo visual) y los ruidos de alta frecuencia (timbres, teléfonos, sirenas…). La presencia de personas desconocidas o simplemente el traslado de un animal a un ambiente nuevo pueden también dar lugar a la agresividad redirigida hacia personas.
Se debería descartar, antes de establecer cualquier tratamiento, lo que se conoce como agresividad por causa orgánica. Se trata de la presentación de este comportamiento anómalo debido a la presencia de una enfermedad.
Cualquier problema que produzca dolor puede causar conducta agresiva; entre ellos destacan la impactación de sacos anales, artritis, lesiones orales o problemas de vías urinarias bajas. El hipotiroidismo y el hipertiroidismo pueden causar irritabilidad y conducta agresiva. A veces, la agresividad es el único síntoma de epilepsia en el gato o de trastornos que afectan al sistema nervioso central. Algunos gatos con Inmunodeficiencia Felina también presentan este tipo de comportamientos extraños.
Dado que la agresividad que presenta tu gato puede ser debida a alguna de las causas descritas, lo recomendable es que visites a tu veterinario y le expongas el problema.