Los efectos dependerán del tipo de planta que haya ingerido el gato. Puede haber salivación abundante, vómitos o diarreas. Los ojos estarán llorosos y con las pupilas contraídas. En los envenenamientos más graves, el gato sufrirá convulsiones, tendrá problemas para respirar e, incluso, puede llegar al colapso.
Si la intoxicación es leve, podemos hacer que el gato vomite dándole agua salada o agua oxigenada. Esto es sólo una medida de urgencia pues, inmediatamente, debemos llevar a nuestra mascota al veterinario. Ayudará mucho saber qué planta ha comido pero, si no estamos seguros, podemos orientar al especialista con una lista de las plantas que poseemos.

Seguramente habrá dueños que piensen que sus plantas no dañan a sus animales dado que éstos las mordisquean desde pequeños sin consecuencias para su salud. Puede ser pero no se confíe, muchas plantas provocan efectos a largo plazo (por ejemplo, problemas renales) cuyo origen no sabremos identificar. Por ello, es fundamental pedir información al veterinario y retirar del alcance de los mininos cualquier maceta que nos parezca sospechosa.