¿Alguna vez se ha parado a pensar para qué usa su gato los bigotes? Si se lo pregunta a su minino lo más seguro es que éste le dedique una mirada altiva y, si tiene suerte, podrá observar cómo mueve su precioso morrito para tratar de averiguar si usted va a acercarse más a él o incluso intentando captar su olor. Y es que sus bigotes, junto con el resto de pelos sensoriales, conocidos técnicamente como vibrisas, funcionan como potentes antenas que harían palidecer al radar más moderno del mundo. Son pelos rígidos, extremadamente sensibles, que sobre todo proporcionan información táctil al gato aunque tienen otras muchas funciones.
Están presentes en los labios superiores (bigotes), sobre los arcos de las cejas, en las mejillas y en la parte posterior de sus patas delanteras.
Una de las partes más importantes del gato son sus vibrisas, cuyo sistema está desarrollado al máximo en sus bigotes, que son los que más utiliza, seguido de los que se encuentran en la parte superior de los ojos y de los que se localizan en sus patas.

Están arraigadas en la dermis a una profundidad tres veces superior a la de los pelos normales, su base es entre cinco y seis veces más ancha que la de estos últimos y terminan en un seno sanguíneo en suspensión hidráulica.
En el hocico están distribuidos en grupos de cuatro o cinco en cuatro hileras a ambos lados de la nariz y se orientan según las actividades y las emociones del gato. Este sentido es muy común en los animales de actividad nocturna ya que les sirve para orientarse, interactuar con su entorno y percibir un buen número de sensaciones.
Su complejo funcionamiento puede darnos una idea de su importancia, pues no en vano son uno de los principales órganos sensoriales del gato. Estas cerdas poseen numerosas terminaciones nerviosas que transmiten rápidamente al cerebro la información que recibe el animal por medio de impulsos eléctricos relacionados con impresiones táctiles. Los datos son recibidos en la región somatosensorial de la corteza cerebral, también llamada «región de barriles». En el cerebro, cada vibrisa tiene asignado un barril el cual es un conjunto de neuronas corticales morfológicamente relacionadas con una columna cortical funcional. Todo un completo y complejo sistema que convierte a lo que parecían unos simples pelitos en una nueva maravilla que nos ofrece la naturaleza.
SUSTITUTOS DE LOS OJOS
Poseen la suficiente rigidez para no doblarse al tocar superficies duras y, aunque el gato las use para palpar o investigar objetos, no es necesario un contacto directo para que el animal obtenga información sobre su entorno.
Las vibrisas sirven al felino para orientarse pues funcionan, en especial los bigotes, como un sustituto de sus ojos. Si un gato tiene el sentido de la vista atrofiado podremos observar que se desplaza con extrema cautela y mueve la cabeza de lado a lado al pasar por algún agujero. Esto se debe a que el minino se deja guiar por la información que le transmiten sus bigotes. Pero lo mismo sucede cuando no hay ningún problema de visión. Observe a su gato cuando haya poca luz en el ambiente; la extrema dilatación de sus pupilas le dificulta el enfoque de los objetos cercanos, obstáculo que suplirá con la utilización de sus pelos sensoriales. Y es que las vibrisas son sensibles a la desviación de las corrientes de aire producidas por los objetos o por el movimiento del propio animal, lo que le permite orientarse y hallar el camino en la oscuridad sin necesidad de establecer contacto inmediato con lo que le rodea. Su longitud extrema evita que tropiece con los obstáculos y le ayuda a evaluar la estrechez de un paso para no quedar atrapado en él. Si los bigotes chocan contra las paredes sabrá que su cuerpo no pasará por ahí y cambiará de dirección. Por ello los bigotes deberían ser tan largos como ancho sea el cuerpo del animal.

Al ser detectores de viento, se cree que también constituyen una ayuda adicional a su sentido del olfato para percibir rápidamente el origen de los olores. Pero no sólo eso, sino que también reciben información sobre la temperatura, son muy sensibles a las vibraciones y funcionan como barómetros que perciben mucho antes que nosotros la llegada de un tormenta, de una tempestad o incluso de un temblor de tierra. Pueden detectar el toque o la presencia más mínima y hasta la corriente de aire de una ranura en la pared que ni la persona más sensible descubriría nunca.
Los bigotes tienen también un papel fundamental en la caza ya que, a pesar de no poder ver a su presa, a través de ellos pueden determinar no sólo el contorno físico aproximado de ésta sino también su posición exacta con un error de sólo unos pocos centímetros a una distancia de una decena de metros. Además, recientes estudios en los que se han utilizado fotografías infrarrojas de gatos cazando, han demostrado que también utilizan las vibrisas para saber si la presa que han mordido está ya muerta. En dichas fotografías se puede observar que al aplicar el mordisco fatal a la víctima y posteriormente mantenerla apretada entre las mandíbulas, las vibrisas rodean completamente el cuerpo del animal atrapado para detectar la mínima vibración que denote que aún está con vida. Los investigadores han concluido que este fenómeno protege al propio gato porque muchas de sus víctimas aún pueden morderlo o lastimarlo si se los lleva a la boca estando aún con vida.

A todo esto se suma el que, si somos algo observadores, podremos saber de qué humor está nuestra mascota por el modo en que tenga colocados sus bigotes. Si apuntan hacia delante su actitud será amigable y curiosa mientras que si los lleva hacia atrás, sobre su cara, su actitud será defensiva o agresiva. Cuando el animal está alerta, al cazar por ejemplo, sus bigotes se orientarán en un arco de circunferencia y se retraerán con rapidez en caso de ataque. Además, y para una mayor precisión, las dos filas superiores en el labio pueden moverse de forma independiente a las dos filas inferiores.
Los pelos sensoriales dispuestos sobre los arcos de las cejas también tienen su función pues contribuyen a proteger los ojos. Antes de que cualquier objeto extraño llegue a sus pupilas tocará estas cerdas, lo que desencadenará un parpadeo protector. Y, por si esto no fuera suficiente, las vibrisas ayudan al gato a evaluar, durante una caída, la distancia hasta el suelo lo que le servirá para modificar su postura y aterrizar de la mejor manera posible para no dañarse.
A pesar de que los bigotes caen periódicamente y se reemplazan por otros nuevos, su pérdida total o cualquier daño en ellos pueden afectar a sus movimientos, a su orientación, hacer que no midan las distancias o que se estrellen contra las cosas. Como ya hemos visto, no son un elemento decorativo del animal sino un arma vital para su supervivencia sobre todo en el exterior. Podría quedar atrapado en lugares estrechos lo que sería muy peligroso, o incluso de vida o muerte, si está siendo perseguido por un enemigo. En cuanto a las cerdas de sus cejas, un felino sin estos pelos sensores podría lastimarse los ojos si camina entre la maleza al no recibir a tiempo la señal para cerrarlos.

Por tanto, si nuestro gato ha sufrido la pérdida total o parcial de sus bigotes u otros pelos sensores, lo mejor es mantenerlo dentro de casa hasta que crezcan los nuevos. Tampoco es aconsejable que cambie los muebles de sitio o que introduzca demasiadas novedades en su hogar pues podría ser difícil para el animal desplazarse sin tropezar o chocar. La pérdida de las vibrisas no es de vida o muerte siempre que se vigile al felino pero podría ser doloroso e incluso llegar a suponer un grave peligro para nuestra mascota.
Texto: Patricia Lozano.